«El que nació para tamal, del cielo le caen las hojas».
Refrán mexicano.
‘Tamal’, ‘hallaca’, ‘bollo’, ‘humita’, ‘pastel de maíz’, ‘nacatamal’, ‘guanime’, ‘montuca’, ‘corunda’ o como le quieran llamar a este delicioso platillo, que todos los mexicanos disfrutamos como desayuno tradicional o para celebrar el día de la Candelaria el 02 de febrero.
Originalmente se le llamaba ‘Tamalli’, del Náhuatl que significa «envuelto», se elabora desde la época precolombina en todo Mesoamérica. En ese tiempo era una comida de los nobles y sacerdotes en ceremonias especiales, rituales religiosos, como ofrenda para ciertos dioses/santos y para algunos funerales.
Uno de los dioses a los que se ofrecían era para el dios del Fuego, acompañado de un caldo de camarón. Existían otras fiestas como la Fiesta de los Tamales de Agua, llamada anteriormente «Atamalcualiztli», donde se comían durante 7 días solamente tamales de masa, sin sal, ni guisados; esto cada 8 años, por la vida ritual del maíz.
La masa simboliza la carne del ser humano y la olla donde se cocina, el vientre materno y bajo esto se realizan otras fiestas como la de ‘Izcalli’, donde las mujeres salen a dar tamales a sus vecinos como parte del ritual «huauquiltamalcualiztli».
Actualmente, la tradición de los tamales se origina porque termina el periodo de navidad del calendario litúrgico católico el 2 de febrero y si te tocó el niño en la rosca de reyes tendrás que invitarlos. La receta es a base de masa de maíz, manteca (vegetal o animal), guisados y hoja de platano o maíz.
Aquí les dejamos nuestra experiencia en la FERIA DEL TAMAL en Coyoacán, Ciudad de México; recomendable para ir por las tardes, casi noches, para disfrutar del ambiente de los productores y de algunas presentaciones especiales.